¿Enseñanza o aprendizaje?
Si el educador se pregunta qué es necesario priorizar en el proceso educativo actual, la enseñanza o el aprendizaje, sin duda elegirá el aprendizaje, entendiendo a este como una reconstrucción de esquemas mentales, siendo el estudiante el protagonista y él, el facilitador.
Si recordara la practica educativa hasta finales del siglo XX, notaría que se priorizaba la enseñanza. El educador era quién decidía y comunicaba los contenidos que sus estudiantes debían memorizar. Se promovía la educación pasiva y receptiva a través de la transmisión de gran cantidad de conocimientos en forma mecánica por medio de premios y castigos.
El enfoque del nuevo paradigma enfatiza en priorizar el desarrollo de las funciones mentales de nivel superior a través del diseño y practica de secuencias didácticas claras, participativas, activas, atractivas, motivantes, graduales, organizada, interrelacionadas y congruentes que parten de lo simple a lo complejo y que se adaptan al nivel de madurez y comprensión del estudiante.
El pedagogo L. Achaerandio cita a D. Ausubel, señalando las condiciones necesarias para que el aprendizaje sea significativo:
Activar presaberes
Exponer al estudiante a diversidad de información
Orientar para obtener ideas principales y datos de utilidad
Aplicar experimentación, solución de problemas, estudios de casos y todas las actividades que conlleva el método científico
Incentivar trabajo individual y cooperativo
Significatividad lógica: contenido pertinente, claro coherente y lógico para que reestructure los esquemas mentales.
Significatividad psicológica: permite la comprensión, facilita la adaptación y asimilación del nuevo contenido.
Que posee un carácter dinámico: esto implica el aspecto motivacional que garantiza la apertura y disposición interna del sujeto para aprender.
Al tomar en cuenta estos aspectos, se logrará que el estudiante se desarrolle como un ser autónomo capaz de «aprender a aprender», además de potencializar la aplicación de las habilidades y destrezas que conllevan las competencias que se desean desarrollar.
Todo lo anterior se fundamenta en los principios educativos que constituyen los 4 pilares de la educación necesarios para construir a la persona humana integral, propuestos en el informe Delors (Unesco, 1996). Otra forma de comprenderlo es:
1. Aprender a conocer: en el sentido de tener una mente formada más que informada.
2. Aprender a hacer: adquirir las capacidades y competencias para afrontar situaciones complejas.
3. Aprender a ser: haber desarrollado una gran capacidad de juicio, autonomía personal y responsabilidad basada en valores.
4. Aprender a convivir: desde los grandes valores de la solidaridad.
En esta nueva dinámica educativa, el educando es el responsable de su proceso de aprendizaje y el docente contribuye al delegar de forma gradual, a través de mediaciones que promuevan su participación activa, como las siguientes:
fundamente indique explique ejemplifique demuestre
compare aplique solucione proponga cree
Colaboración: Lcda. Christa Ayleen Alburez de Morales, Departamento de Psicopedagogía, Universidad Rafael Landivar