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Bombas atómicas y el fin de la guerra

Japón logró causar mucho daño a la base militar de Pearl Harbor con el ataque sorpresa lanzado en diciembre de 1941, aunque no logró su objetivo final que implicaba dejar inhabilitada la flota estadounidense del pacífico ya que no lograron atacar tanques de petróleo, almacenaje de municiones e instalaciones de reparación, dejando todavía a Estados Unidos habilitado para lanzar un contraataque.

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Japón logró causar mucho daño a la base militar de Pearl Harbor con el ataque sorpresa lanzado en diciembre de 1941, aunque no logró su objetivo final que implicaba dejar inhabilitada la flota estadounidense del pacífico ya que no lograron atacar tanques de petróleo, almacenaje de municiones e instalaciones de reparación, dejando todavía a Estados Unidos habilitado para lanzar un contraataque.

Foto: Shutterstock

Estados Unidos, gracias a este último ataque ingresó de forma definitiva en la Segunda Guerra Mundial, logrando junto con los países Aliados derrotar al imperio Alemán en 1945. Desde que los Estados Unidos se unió a la guerra y dimensionó el poder y ambición alemana de dominio surgieron dudas si habían científicos alemanes trabajando en el desarrollo de armas con tecnología nuclear, y al no querer encontrarse en desventaja por un posible ataque, el presidente Roosevelt autorizó en diciembre de 1942 el inicio del “Manhattan Project” que implicaba reunir a diversos científicos y militares para realizar investigación nuclear y posible desarrollo de armamento a utilizar en la guerra.

 

Casi 3 años después del inicio del proyecto, en julio de 1945, el grupo de científicos logró detonar de forma efectiva la primera bomba atómica, la “trinity test” en un desierto de Nuevo México desarrollando posteriormente dos distintos tipos de bombas atómicas, una basada en uranio a la que llamaron “Little Boy” y una basada en plutonio a la que llamaron “Fat Man

A pesar de que la guerra había terminado en abril de 1945 y los estadounidenses habían aplicado distintas estrategias de ataque enfocadas en derrotar a Japón, ellos no se rendían y continuaban en su búsqueda de dominio asiático. Con la declaración de Potsdam definiendo el destino alemán y de sus aliados posterior a la guerra, el presidente Harry Truman solicitó la rendición de Japón estableciendo que si no se rendían se enfrentaban a una pronta y completa destrucción, a lo que Japón decidió hacer caso omiso continuando con su lucha.

 

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Estados Unidos decidió entonces lanzar un ataque sobre Japón, del que avisó al presidente de Gran Bretaña aunque no a Stalin debido al miedo de una imitación de su arma nuclear. El 6 de agosto de 1945, un  único avión estadounidense llamado Enola Gay sobrevoló la ciudad japonesa de Hiroshima liberando la bomba nuclear conocida como “Little Boy”.

Esta bomba causó una liberación muy grande de energía que arrasó con 5 millas cuadradas de la ciudad matando a 80,000 personas al instante y dejando a miles heridos y muchos más con enfermedades generadas por la exposición a la radiación.

El ejército japonés no se rindió de inmediato, por lo que los Estados Unidos decidió liberar una segunda bomba atómica “Fat Boy” el 9 de agosto de 1945 sobre la ciudad de Nagasaki, la que se cree mató a más de 50,000 personas al impacto, aunque tuvo menor efecto (a pesar de ser más poderosa) por la topografía de la ciudad.

Foto: Shutterstock

El Emperador japonés Hirohito, por miedo a una bomba más cruel, anunció su rendición el 15 de agosto de 1945, dando por finalizada oficialmente la Segunda Guerra Mundial.