La educación para una convivencia plena
La educación para una convivencia plena
La convivencia social es uno de los escenarios más importantes de la vida. En la historia de la humanidad, tanto el hombre como la mujer han tenido que trabajar de la mano para formar, transformar y consolidar a la sociedad misma.
Lo anterior no significa que, como manifestación natural de estas relaciones, surjan desacuerdos que den lugar a conflictos interpersonales. En ese sentido, la convivencia y el conflicto pueden manifestarse en un mismo escenario social. Además se vive en una sociedad en la que la forma más común de solucionar los conflictos es por medios violentos, aún cuando estos últimos parecieran estar justificados por la falta de garantías y como respuesta a las demandas sociales a nivel nacional.
Paralelo a esto, los medio s de comunicación informan cada vez más sobre estos actos de violencia protagonizados por jóvenes niños que gestan, en los imaginarios sociales, la errónea idea de que los jóvenes están convirtiéndose en la nueva era de criminales, creando una gran paranoia social.
Pareciera que la única vía para resolver toda forma de violencia es la apuesta por la educación. Y en gran medida lo es, pues esta siempre será una respuesta clara y efectiva al combate de los grandes problemas que la sociedad enfrenta: insalubridad, desnutrición, hambruna y pobreza. La educación se convierte en una herramienta para superar el desamor, la violencia en todas sus dimensiones, la discriminación y la intolerancia.
La función de la educación es promover los valores, donde las prácticas educativas favorezcan la buena convivencia y la cultura de paz.
Para la Unesco, la cultura de paz: «es una cultura que promueve la pacificación. Una cultura que incluya estilos de vida, patrones de creencias, valores y comportamientos que favorezcan la construcción de la paz, y acompañe los cambios institucionales que promuevan el bienestar, la igualdad, la administración equitativa de los recursos, la seguridad para los individuos, la administración equitativa de los recursos, la seguridad para los individuos, las familias, la identidad de los grupos o de las naciones, sin necesidad de recurrir a la violencia».
El manifiesto 2000-Unesco, redactada por un grupo de premios Nobel, contiene seis claves que definen la cultura de paz, siendo su objetivo: transformar la cultura de paz y de no violencia; integrando la participación de cada individuo.
Los compromisos del manifiesto son:
a) Respetar la vida y la dignidad de los demás: acabar con los prejuicios y la discriminación.
b) Rechazar la violencia: practicar la no violencia activa y rechazar toda manifestación de violencia, como la física, sexual, psicológica, economica y social, en particular dirigida a los más debiles.
c) Liberar la generosidad: compartir el tiempo y los recursos materiales para terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica.
d) Escuchar para comprender: defender la libertad de expresión y la diversidad cultural, privilegiar el dialogo sin llegar al fanatismo o al rechazo.
e) Preservar el planeta: Usar de forma responsable los recursos de la Tierra tomando en cuenta la importancia de la vida y el equilibrio de los recursos naturales.
f) Reinventar la solidaridad: aprender a compartir la y apoyar al prójimo en sus necesidades y dificultades.
Con estos compromisos se contribuye a fomentar la cultura de paz, por lo que practicarlos en todo momento y enseñarlos a los estudiantes contribuirá a lograr una convivencia plena.
Colaboración: Secretaría de la Paz de la Presidencia de la República, 2014