La numeración maya

La élite del clero maya utilizaba símbolos numéricos para registrar sus observaciones de los movimientos de las estrellas y de los planetas como parte de sus actividades adivinatorias. Los escultores y escribas también utilizaban los glifos numéricos para documentar los acontecimientos importantes como la subida al trono de los reyes o las fechas de inauguración de las principales pirámides y monumentos.

 

Estos sistemas utilizaban frecuentemente glifos de divinidades antropomorfas en los que la fecha se representaba por medio de un símbolo que hacía referencia a una e las 13 divinidades del mundo superior. De esta forma, los sacerdotes y escribas asociaban fechas determinadas con aquellos seres sobrenaturales que controlaban el destino humano.
Las fechas se podían correlacionar con los ciclos temporales marcados por los movimientos del sol, la luna y Venus por medio de ciclos de calendario de 260 y 365 días.

 

Los comerciantes utilizaban granos de cacao como fichas. Este sistema numérico es uno de los grandes logros de los mayas. Este sistema usaba solo tres símbolos:

cero

 

 

 

 

 

La concha

 

uno

                  El punto

cinco

 

 

 

 

La barra

 

Sistema posicional

Su sistema permitía calcular números muy complejos siguiendo las posiciones en las que estaban situadas las conchas, los puntos y las barras. Para leer o representar un número, los mayas contaban de arriba hacia abajo y utilizaban una base de 20.

 

Fue un sistema muy avanzado y sofisticado, tenían conciencia del cero, algo que en otras culturas no se dio. Algunos autores dicen que expresaba el concepto de «vacío», «completamiento», «término» o «fin».

 

El conteo del tiempo mediante su división en ciclos absorbía a toda una casta de astrónomos y sacerdotes, ya que el misticismo y ritualismo eran parte de la vida diaria maya.

 

Los sacerdotes que practican en la actualidad la espiritualidad maya son llamados ajq’uij, es decir, «contadores de los días», porque su papel se fundamenta en el conocimiento del funcionamiento del calendario ritual de 260 días, el cual ha perdurado desde la época prehispánica, en un sorprendente rechazo a los conceptos religiosos impuestos por los misioneros católicos durante la época colonial.

 

Fuente: Atlas histórico de Mesoamérica, Norman Bancroft Hunt.