Los valores de la docencia

Los valores de la docencia

La educación puede contribuir a lograr un mundo más seguro, más sano, más prospero y ambientalmente más puro, además de favorecer al mismo tiempo el progreso social, económico y cultural, la tolerancia y la cooperación internacional.

El hombre da significado a su propia vida a través de los valores. El encuentro con estos exige una actitud educativa en la que el ser humano toma un papel central, reconocimiento que conduce a la esfera de la libertad, pues esta constituye el eje de la educación en valores.

Actuar humanamente no supone solo juzgar que un valor es importante sino que se debe estar al servicio de ese valor, promoviéndolo por medio de gestos concretos y eficaces.

En la actualidad existe una creciente «crisis de valores» que se contrapone al progreso y bienestar de la sociedad. El relativismo, con su frase «todo depende del cristal con que se vea», transforma los valores en conductas moralmente sospechosas pero aceptadas. Se dan casos en los que a algunas personas se les considera «tontas» sino aprovechan la ocasión para hacerse ricas, dejando a un lado los prejuicios morales (ser honrado, hacer bien las cosas, esmerarse en brindar un buen servicio, obedecer a los padres, entre otros).

El relativismo es una de las principales causantes de esta crisis, pues deteriora la honestidad, la lealtad, la veracidad y la justicia; los hace parecer como ideales alcanzables que solo se pueden esperar de personas especiales.

La crisis de valores se manifiesta cuando una persona deja de vivirlos, dando paso al surgimiento de antivalores como la pereza, la negligencia o la mediocridad.

Otro factor que agudiza la crisis de valores es el consumismo y el utilitarismo como una filosofía de vida. Lo mismo sucede con los placeres: si algo es útil y valioso para mí, entonces es conveniente.

La perdida de valores que se produce en los pueblos y culturas lleva a la reforma de los sistemas educativos con el objeto de dar cabida a la formación sistemática de la persona en la vida escolar, y no solo llenar su cabeza con contenidos técnicos e intelectuales.

El informe a la Unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación en el siglo XXI, considera que la educación debe estructurarse en torno a cuatro pilares fundamentales: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir, y aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores.

Es tiempo de fortalecer la educación de valores que permitan construir una cultura mundial, no todos sean iguales, sino donde valoremos las diferencias como muestra de la riqueza cultural de un pueblo.

Colaboración: Secretaría de la Paz de la Presidencia de la República, 2014